viernes, 1 de julio de 2016

Cultura de paz y sana convivencia


La cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos, pero así mismo respetándolos y teniéndolos en cuenta en esos tratados.





La sana convivencia nos hace crecer y nos proporciona armonía como estudiantes, esta busca organizar ambientes armónicos, coordinados, que los formen en las sanas costumbres evitando la violencia.

La sana convivencia los lleva a vivir los valores y les permite desarrollarse como personas, aprender a convivir con los otros, expresarse, dialogar, resolver las diferencias, saber trabajar y solidarizarse.

El objetivo de una sana convivencia es que valoremos a los demás y saber que en la escuela tenemos la oportunidad de dar a conocer los valores y costumbres, que aprendimos en nuestro hogar, y que con ellas podemos ser sujetos capaces de compartir con nuestros compañeros, sin utilizar la violencia sino en un ambiente de igualdad y solidaridad. 



Valores que nos ayudan a tener una cultura de paz y una sana convivencia:
  • La Justicia
  • La Responsabilidad
  • La Libertad
  • La Empatía
  • La Solidariad
  • La Tolerancia
  • El Respeto
  • La Paz
  • La Interculturalidad
  • El Diálogo



Aspectos generales de la convivencia:

La convivencia no es algo ajeno a los centros, no podemos decir que históricamente no haya sido atendida, aunque en la mayor parte de los casos, la atención que se ha prestado ha sido para atajar situaciones de disrupción o violencia directa. Actualmente hay una preocupación cada vez más manifiesta entre el profesorado por la indisciplina, siendo conscientes de la necesidad de hacer un replanteamiento en los métodos que tienen de enfrentarse a ella y de educar para su mejora; para esto, el profesorado considera indispensable tener una formación específica, que tuviese, dada su importancia, un carácter obligatorio para todos los docentes.

A pesar de reconocer la importancia de abordar el tema como preferente, son pocos los centros que contaban con un proyecto especifico de mejora de la convivencia, y es a partir de su interés por formar parte de la Red de “Escuela: espacio de paz”, cuando inician un trabajo de análisis y diagnóstico; esto ha sido  un punto de partida para elaborar sus proyectos de convivencia y aquellos  centros que  lo tienen elaborado  han planteado de forma más concreta y clara sus objetivos, centrándolos en su propia realidad y adecuando las actividades a ellos. En todos los casos el formar parte de la Red EEP ha supuesto una sistematización del trabajo que más o menos se venía realizando de forma más esporádica.

La implicación de la comunidad, ha sido una de las fases más importantes para garantizar el éxito de los proyectos; por una parte hay que mencionar que la labor de losEquipos Directivos es clave, ya que son los que favorecen y garantizan el trabajo sistemático y la creación de la estructura organizativa y material necesaria para desarrollar un proyecto, a esto hay que sumar la presencia de personas, organismos e instituciones que con su asesoramiento y apoyo les fortalecen en su tarea (Gabinete de Asesoramiento para la Convivencia, Equipo o Departamento de Orientación, Inspección Educativa, Corporaciones locales, ONGs, Asociaciones, etc.) . Por otra parte, hay que plantear el sentimiento por parte de los docentes de que la implicación familiar en la vida escolar es escasa, disminuyendo al aumentar la edad del alumno, y que la implicación del alumnado depende de las facilidades que se le brinden para participar; éste participa si hay estructuras formales que lo permitan, como pueden ser: patrullas de patio, asamblea de delegados, alumno ayudante (Fernández, 2002), mediación escolar, etc.

Medidas de participación del alumnado, además de otras como la creación de protocolos de control de clase (ausencias, disrupciones, seguimiento de normas, expulsiones), la creación y establecimiento de estructuras funcionales como: el aula de convivencia,  aula temporal de integración (ATI), aula temporal de atención lingüística (ATAL),  reuniones periódicas informativas con la asociación de madres y padres,  programas de absentismo, etc., son eficaces para conseguir un buen clima de aula y de centro. En aquellos centros donde se han puesto en marcha alguna de estas medidas reconocen abiertamente que la situación ha mejorado. No obstante, nos encontramos con grandes dificultades en algunas situaciones especiales, como pueden ser zonas socialmente desfavorecidas, centros con gran absentismo, centros con elevado número de inmigrantes o clases con concentración de alumnado especialmente disruptivo, en estos casos, se considera indispensable una disminución de la ratio que nos  permita una atención individual y grupal más directa, esto va a favorecer las buenas relaciones, y por tanto una disminución del nivel de  conflictividad.